El COMIENZO, LA DERROTA DEL REY.

>> jueves, 13 de mayo de 2010

Toda historia tiene un comienzo, esta no es excepción, sin embargo mi “comienzo” no coincide con el de ella, entonces para no entrar en largas discusiones lo haré desde mucho antes, el inicio de la década de los ´90, coincidente con el inicio de mi vida adolescente.

Yo venía de una pequeña escuela primaria, donde en 7º grado estaba en la cima de la ola, los pequeños de 6 años te erigían como su rey y las pequeñas que aun jugaban con Barbie te nombraban Kent, pero las olas no pueden evitar su destino, morir en una playa. La mía se llamó Escuela Secundaria.

Una escuela enorme, cuyo nombre coincide en apellido con un famoso caudillo mexicano, en la que mi padre enseñaba Matemáticas, y en la que coincidencias de destino, ella era su alumna. En tanto, el rey derrocado a ojos de cualquiera, parecía un niño, al de todos menos a los míos, es que si bien el espejo mostraba la imagen de un mozuelo de 12 años, que aún no se afeitaba, yo veía un soberano monarca que tenía un reino mayor por conquistar, sueños megalómanos, que al igual que las olas no tardarían en romperse.

Era tradicional el baile de bienvenida a los alumnos del primer año. Se organizaba con detalle y era la primera gran salida para los nuevos adolescentes. Se hablaba toda la semana del tema en el aula, lugar donde muchos reyes derrocados conciliaban alianzas y estrategias, y entre ellos no tardé en encontrar un fiel guerrero dispuesto a seguirme hasta las mismas puertas del infierno, y allí iríamos a recuperar nuestro reino.

Me atavíe con mis mejores ropas, me perfumé en la cara como había visto a mi padre hacerlo, me miré al espejo y me di una mirada seductora, estaba listo, la victoria se aproximaba, pronto el reino volvería ha estar dominado.

Cuando entré en el inmenso salón, tuve el presentimiento que algo no andaba bien, nadie bailaba en fila como yo había visto en los “asaltos” que hacíamos en el garaje de casa, era todo un caos, las chicas parecían no reparar en mi y estaban más altas que yo, y los chicos parecían tener el pelo mojado, y el mío que era ondulado no tenía ese aspecto ni aún cuando salía de la ducha, no obstante no deje que esto me desalentara, entré a un baño abarrotado de gente, donde el humo del cigarrillo me intoxicaba, me moje los moteados rulos, eché una recia mirada a mi fiel guerrero y le dije “salgamos”, para ese entonces una docena de “gladiadores” nos rodeaban.

Allí nuestras miradas por primera vez se cruzaron. Ella estaba rodeada de amigas, parecían estar pasándola bien. Me acerque disimuladamente. Ella se dio vuelta y miró para abajo, allí estaba yo. Tenía todo muy preparado, sabía que decir pero más aun, estaba seguro que no fallaría, la miré como lo había practicado, y lancé la estocada, directa, al corazón. “¿Bailas?”.

Ella pareció estudiarme. Volvió a mirar para abajo, lo pensó, dudó y finalmente sonriendo respondió. Entonces, sucedió. La ola rompió violentamente y se desintegró en la playa. El "NO", claro, conciso, concreto terminó de herir mortalmente a ese rey, que esa noche había perdido la última de las batallas.

Una derrota que traería infinitas consecuencias en el futuro, sin embargo eso ya no es parte de “EL COMIENZ0".

2 comentarios:

Unknown 17 de junio de 2010, 21:56  

"Allí nuestras miradas por primera vez se cruzaron. Ella estaba rodeada de amigas, parecían estar pasándola bien. Me acerque disimuladamente. Ella se dio vuelta y miró para abajo, allí estaba yo. Tenía todo muy preparado, sabía que decir pero más aun, estaba seguro que no fallaría, la miré como lo había practicado, y lancé la estocada, directa, al corazón. “¿Bailas?”."
Eso y sólo eso lo vas a sentir cuando encontrás a tu otra mitad... con el resto, no vas a tener ni problemas en cambiar el discurso y en decir directamente "cogés?". Y cuando te den un cachetazo, no te vas a ir por los rincones llorando y actuarás como si te hubieran apuñalado en el corazón durante unos meses... vas a ir a decírselo a otra, pero el temor de abrir la boca lo vas a tener pocas veces y sólo, sólo ante la mujer a la que amás

Unknown 17 de junio de 2010, 21:57  

Ah, y eso te va a pasar a los 8, 12, 19, 20, 30 o 70 años...

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